El Castillo de San Fernando
La Fortaleza de San Fernando de Figueres -Castell de Sant Ferran- es el monumento de mayor extensión de Cataluña y también la mayor fortaleza abaluartada de Europa. Ocupa 320.000 m2 de superficie y su perímetro exterior es de 3.125 m. Pero San Fernando es mucho más que una obra de dimensiones colosales. En ella se materializaron los grandes avances técnicos de su tiempo. La ingeniería, la hidráulica, la urbanística, la higiene y la sanidad hallaron su máximo exponente en esta obra excepcional.
El Castell de Sant Ferran sobrepasa en mucho su papel disuasorio dentro de la estrategia militar. Su verdadera dimensión sólo es posible abarcarla teniendo en cuenta su valor simbólico y todo aquello que encierra de concesión a la armonía y la estética. Fue una inmensa obra de prestigio y lucimiento de la ingeniería militar hispana del siglo XVIII y, sobre todo, una plasmación de la política no beligerante del monarca entonces reinante. Alzada sobre el Camino Real, a corta distancia de la frontera a modo de gran portalada del Reino, un poema de la época definía muy acertadamente la fortaleza como: un inmenso arco iris de paz.
En el plano histórico, San Fernando fue una consecuencia tardía de la llamada Guerra de los Treinta Años, uno de cuyos efectos fue el retroceso hacia el sur de los límites orientales entre las monarquías francesa y española. La nueva frontera salida del Tratado de los Pirineos (1660), dejaba los antiguos Condados Catalanes del Norte bajo la soberanía del Rey de Francia y con ellos también sus fortificaciones.
El Ampurdán se convirtió así en un camino abierto a la invasión y, como tal, hubiera debido ser protegido, pero la construcción de una gran fortaleza que cumpliese dicho fin fue una decisión que se fue demorando durante casi un siglo. Finalmente en 1753 y bajo el reinado de Fernando VI de Borbón, se dio inicio a la construcción de la Real Plaza de Guerra de San Fernando de Figueras: la más bella fortaleza de la Europa de la Ilustración.
La obra, proyectada por el muy notable ingeniero militar D. Juan Martín Zermeño, podría alojar cómodamente una guarnición de cuatro mil hombres con unas reservas de agua y suministros suficientes para un año de asedio. Para alzar sus murallas y construir sus defensas exteriores se llegaron a precisar casi cuatro mil obreros diarios. Tras la muerte del Rey, los trabajos languidecieron, las obras de los edificios interiores siguieron un ritmo irregular hasta finales del siglo XVIII y algunos de ellas no llegaron a concluirse. Hasta 1792 no le fue asignada guarnición.
La entrada en servicio de la fortaleza vino a coincidir con los dos últimos conflictos armados habidos con el país vecino y de ello que su historial bélico sea reducido. Durante la Guerra del Rosellón (1793-95) San Fernando tuvo un papel logístico como base de operaciones y aprovisionamiento. En 1808, al inicio de la Guerra de la Independencia, fue ocupado por las tropas napoleónicas en calidad de aliadas. Posteriormente, en 1811, un grupo de migueletes del país lo recuperó mediante un audaz golpe de mano y se mantuvo en él durante cuatro meses.
En el decurso de la Guerra Civil (1936-39) la fortaleza fue utilizada como punto de concentración de las Brigadas Internacionales, almacén distribuidor de material bélico y también refugio de una parte del Tesoro Artístico Español. Paradójicamente, sería este conflicto quien daría a San Fernando un inesperado papel relevante, al convertirlo por unas semanas en sede del gobierno de la República Española.
El 1 de Febrero de 1939 se celebró en San Fernando la última reunión de las Cortes republicanas en territorio nacional. Poco después, el día 8, al producirse la evacuación de Figueres por el ejército republicano, se procedió a la voladura de la gran cantidad de material de guerra almacenada en la fortaleza. Aquella tremenda explosión causó importantes daños: tales fueron la desaparición de la cortina sur, con su extraordinaria puerta monumental, y de la cortina noroeste, con la mitad de las caballerizas.
Durante la Posguerra se iniciaron importantes obras de restauración con el objeto de habilitar la fortaleza como gran acuartelamiento, uso este que se le dio hasta la década de 1960. Finalmente, en 1996, fue abierta a la visita pública.